Se fue, todos lo sabíamos, nada es eterno, pero no sé, fue tan repentino, casi no me di ni cuenta, no me dolió. Porque lo más difícil no es decir adiós si no los recuerdos que hay tras él, porque hasta el instante más pequeño fue importante, esa sonrisa burlona con la que me decías que me querías, esa mirada con la que me lo contabas todo, esos abrazos que me dabas por agradecimiento o para que no me enfadara, esos puteos que me hacías para amargarme, esos insultos que me decías para después decir todo lo contrario a mis espaldas, esos chistes tontos con los que me hacías reír tanto, esas asquerosidades que realizabas que me obligaban a decir "!Que asco!", tu olor inconfundible que se olía a distancia y cada vez que ese olor se acercaba me sentía única, como si volara sin levantar mis pies del suelo, esos pequeños susurros en mi oreja, secretos que nadie nunca supo, ni sabrán, cuando me decías que me querías me sentía invencible, los guiños mal hechos a veces que tanto me hacían reír. Ojalá me lo hubieran avisado, lo hubiera disfrutado más.
Porque fue justo por eso por lo que cada día me enamorabas más y más, hasta el punto de poder llegar a ser una princesa.
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