Piensas lo genial que parece, y después sabes que detrás de esa perfección hay algún defecto que te molesta, pero lo dejas pasar.
Le preguntas a alguien como quien no quiere la cosa como se llama, a veces te lo dicen y otras te dicen, no lo sé, pero siempre lo terminas averiguando. Y para que leñe quieres su nombre? Porque no quieres hablar con él, sino que él te hable a ti, pues para pensar en él, lo sé, así dicho suena a una horterada bien hortera, pero es la realidad.
Esperas, esperas y sigues esperando para que te hable, hasta que dices "Ya no puedo más!" y es entonces cuando te habla.
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